¿Por qué los estudiantes olvidan y qué podemos hacer al respecto?
¿Cómo sería recordar todos los aspectos de todo lo que nos ha pasado en nuestra vida? Parker et al. (2006) expusieron el caso de A. J., una mujer de 41 años que tenía una capacidad extraordinaria para recordar su pasado. Su recuerdo, sin embargo, surgía de forma automática, no bajo control consciente.
Se podría pensar que tener una memoria como ésta debe ser maravilloso, pero nada parecido a esto: «Mi memoria gobierna mi vida… Es como mi sexto sentido… Sin esfuerzos… Es como una película que nunca para, como una pantalla partida… Es excepcional… pero es una carga». Parker et al. (2006) llaman a esta condición síndrome hipertimésico y muestra el precio a pagar por una memoria «prodigiosa».
Y tú, ¿preferirías la memoria del A. J. o la tuya? Quizás olvidar no sea tan malo como pensábamos.
Aunque la mayoría de estudios científicos se han centrado en estudiar los mecanismos de persistencia de la memoria, cada vez son más los que tratan la transitoriedad y los mecanismos de economización de la memoria, es decir, sobre el olvido.
En un artículo publicado en Neuron, los investigadores Richards y Frankland (2017) subrayan la importancia de la transitoriedad y el olvido en la memoria y proponen un nuevo modelo para definirla. Desafían la perspectiva tradicional donde el olvido es considerado un proceso de pérdida gradual inevitable —el objetivo de la memoria, más allá de almacenar información, es optimizar la toma de decisiones en un entorno constantemente cambiante. Desde esta perspectiva, el olvido no es el fracaso de la memoria, sino que es el resultado de la inversión en la optimización de una «nueva» estrategia memorística (Terada, 2017).
Como bien indica Youki Terada (2017), a menudo nos imaginamos la memoria y los recuerdos como una librería con estanterías y libros a los que podemos acceder cuando queramos, pero en realidad los recuerdos son codificados a lo largo de redes neuronales y están distribuidos en millones de neuronas conectadas entre sí. Es a través de estas redes que la experiencia se convierte en recuerdo.
Entonces,¿cómopodemos entender el olvido? Partimos de que, para la mayoría, al contrario que para A. J., olvidamos los acontecimientos cotidianos y, además, el olvido aumenta con el paso del tiempo. Ebbinghaus (1913) fue el primero en llevar a cabo el estudio clásico sobre el olvido. Usando a él mismo como participante, encontró una relación indirecta entre tiempo y retención. Observó que sin ningún refuerzo o conexión con los conocimientos adquiridos, la información era olvidada muy rápidamente: pérdida de 56% del contenido en una hora, 66% de después de un día y 75% después de seis días.
¿Qué podemos hacer, pues, para preservar el duro trabajo de estudio que hacen los estudiantes? Muchos estudiantes que preparan un examen se convencen a sí mismos de que todo va bien tras hojear el libro y comprobar que la mayor parte del contenido les resulta familiar; es decir, descubren que tienen una buena memoria de reconocimiento por el material. Desafortunadamente, hay una gran diferencia entre tener buen nivel de reconocimiento y ser capaces de reproducir el contenido después en un examen.
Para trabajar la persistencia de la memoria, tanto alumnos como profesores pueden adoptar estrategias para minimizar la pérdida de memoria y reforzar el asentamiento de aprendizajes, maximizando la cantidad de conexiones (Terada 2017):
Frederic Bartlett investigó la afirmación según la cual los suazilandesos del sur de África tienen habilidades de memoria notables (Bartlett, 1932). Sus resultados son un ejemplo de una de las generalizaciones más importantes sobre la memoria: la información sobre un determinado tema se recordará mucho mejor si hay interés en este. Entra en juego, por lo tanto, la motivación, ya que determina la cantidad de atención y tiempo que los estudiantes dedican al material que se les está enseñando. Si tienen interés, prestarán atención; si se aburren, pensarán en otras cosas y el proceso de consolidación fracasará. Con palabras de Edelmann (1989), la memoria no es algo mecánico como una cámara de fotos, hay implicados múltiples factores que afectan a la memoria y el aprendizaje: «toda percepción es una creación, toda memoria un recreación» (Sacks, 2001).
Referencias