Las funciones ejecutivas (FE) son un conjunto de procesos mentales que se hacen necesarios cuando debemos tener cuidado o hay que concentrarse para hacer algo; cuando dejar la toma de decisiones en manos de nuestra intuición supondría una mala idea, un recurso insuficiente o inviable. Pero hacer uso de estas funciones supone un gran esfuerzo mental; es mucho más fácil continuar con lo que se está haciendo en vez de cambiar de tarea, es más fácil caer en la tentación que resistirse… En definitiva, es más fácil “activar el modo piloto automático” que planificar el siguiente paso a realizar (Diamond, 2013).
Del conjunto de FE podemos distinguir tres principales: control inhibitorio —incluye la autoinhibición1 (control de la conducta) y el control de la interferencia (atención selectiva e inhibición cognitiva)—, memoria de trabajo2 y flexibilidad mental3. A partir de éstas, se construyen FE que requieren procesos mentales más complejos, como el razonamiento, la resolución de problemas y la planificación.
Debido a su implicación en la atención, la inhibición y la memoria de trabajo, son muchos los estudios que han relacionado el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y las dificultades de lectoescritura (DAL) a menudo asociados con un déficit de FE (García et al., 2013; Miranda et al., 2011).
En un estudio publicado en la revista International Journal of Psychology and Psychological Therapy, García et al. (2013) evaluaron y describieron el rendimiento en relación con las funciones ejecutivas en niños con TDAH y niños con TDAH + DAL mediante la escala Behavior Rating Inventory of Executive Functions (BRIEF) para padres. Los resultados indican que el grupo TDAH (con DAL y sin) tenía dificultades relevantes en la memoria de trabajo, la planificación y el monitoreo. Respecto a la comparación del grupo comórbido (TDAH + DAL) con el grupo TDAH, los resultados indican que el grupo comórbido presentaba un mayor déficit general en las mismas áreas, concluyendo que las DAL agravan el rendimiento general del TDAH.
Pero ¿de qué manera afectarían entonces las DAL al rendimiento cognitivo? A modo de pirámide funcional, podríamos decir que las habilidades lectoras (que se encontrarían en la cúspide) dependen de procesos léxicos, semánticos y sintácticos, entre otros. Estos procesos dependen a su vez de procesos cognitivos superiores, como las FE: en el proceso léxico, por ejemplo, la inhibición de respuestas es necesaria, sobre todo en las primeras etapas de su aprendizaje, implicando una atención sostenida y la inhibición de otros distractores. En cuanto a los procesos semánticos, también entraría en juego la memoria de trabajo, ya que necesitamos mantener cierta información online para entender el significado de forma holística. En los procesos sintácticos, además de las FE mencionadas, la planificación y la organización juegan un papel principal, y es que sin ellas no podríamos planificar qué decir y cómo para que el mensaje sea transmitido de forma coherente, que pueda llegar al receptor y que éste pueda descifrarlo con éxito.
Partiendo de la consistencia de los diferentes estudios mencionados sobre el déficit de FE en relación con el TDAH, podríamos preguntarnos si las FE se pueden trabajar y, de poderse hacer, ¿cómo lo haríamos?
En los últimos años se han diseñado diversas intervenciones para trabajar las FE en relación con el TDAH que han tenido como resultado una reducción de la sintomatología. Según el estudio de Dovi et al. (2015) publicado en Plos One, estas intervenciones se suelen centraren el entrenamiento de un solo dominio (memoria de trabajo, inhibición o flexibilidad cognitiva), aunque, según el tipo de intervención, también se pueden entrenar diferentes componentes cognitivos a la vez. Por ejemplo, los autores del estudio diseñaron un videojuego específico para poder trabajar las diferentes FE de forma simultánea; los resultados indican que a pesar de no experimentar mejoras en relación con la flexibilidad cognitiva, los participantes sí mejoraron su memoria de trabajo visuoespacial y la inhibición de respuesta.
Estos últimos hallazgos van en la línea de una necesaria construcción de herramientas actuales de diagnóstico e intervención que nos ayuden a comprender mejor las necesidades de cada niño y entrenar sus áreas de dificultad de una forma más amplia y precisa.
Además de las intervenciones y entrenamientos expuestos, hay que decir que también existen diversas actividades que pueden ayudar a poner en marcha las FE (expresión artística —teatro, danza, música—, actividades deportivas e incluso cuidar de un animal). Al final, se trata no tanto de diseñar programas específicos y complejos, sino de utilizar de forma estratégica herramientas y actividades útiles en el día a día.
1-Se encarga de hacernos resistir a las tentaciones y actuar de forma impulsiva o sin pensar.
2-Aquella memoria que nos permita mantener información en la cabeza online y trabajar a la vez con ella.
3-Se refiere a cambiar la perspectiva o la interpretación de un problema para poder resolverlo; es la flexibilidad de ajustar a nuevas demandas, normas o prioridades.
Artículos de referencia
Dovis, S., Van der Oord, S., Wiers, R. W., Prins, P. J.M., (2015). “Improving executive functioning in children with ADHD: training multiple executive functions within the context of a computer game. A randomized double-blind placebo controlled trial”. Plose One, 10(4), 1-30.
García, T., Rodríguez, C., González-Castro, P., Álvarez, D., Cueli, M., y González-Pienda, A., (2013). “Funciones ejecutivas en niños y adolescentes con trastorno por déficit de atención con hiperactividad y dificultades lectoras”. InternationalJournal of Psychology and Psychological Therapy,13(2), 179-194.
Miranda, A., Fernández, M. I., García, R., Roselló, B., y Colomer, C. (2011). “Habilidades lingüísticas y ejecutivas en el Trastorno por Déficit de Atención (TDAH) y en las Dificultades de Comprensión Lectora (DCL)”. Psicothema 23(4), 688-694.