Por: Elisabet Canals
La voz es la herramienta de trabajo para los maestros. Todos los docentes son profesionales de la voz con unas necesidades vocales muy exigentes, y a la vez ellos mismos son un modelo vocal para todos sus alumnos.
La manera de utilizar la voz para llevar a cabo su trabajo no es fácil. La disfonía es la segunda causa de baja laboral en el colectivo docente.
¿Por qué se da este fenómeno?
Para llegar a hacerse escuchar y transmitir los conocimientos a todo el grupo de alumnos en espacios grandes se utiliza la voz proyectada. Este tipo de emisión conlleva un mayor flujo de aire y una gran presión subglótica que si no se gestionan bien pueden llevar a disfonías funcionales y a lesiones adquiridas. Para una correcta voz proyectada, en primer lugar se debe tener buen equilibrio y arraigo en el suelo, desde los pies hasta la cabeza. Un buen apoyo del diafragma a partir de una correcta respiración costal, huyendo de respiraciones altas e insuficientes.
Todo el cuerpo está implicado en la producción de la voz, y por tanto hay que adoptar una buena verticalidad no tensa, con alineación de pies, rodillas, pelvis, hombros y cabeza, y controlar la direccionalidad del sonido para evitar la constricción laríngea.
El uso adecuado de las cajas de resonancia es lo que nos proporcionará una voz proyectada que llegue a todo el mundo sin necesidad de hacer un sobreesfuerzo. Las cavidades de resonancia, como pueden ser el pecho, la cabeza, la boca y ciertas partes de la cara son las encargadas de amplificar el sonido que se produce en la laringe por acción del aire en contacto con las cuerdas vocales. Este sonido primario, por sí mismo, es muy flojo.
Las conductas vocales erróneas que más se observan son la tendencia a mantener la tensión muscular en la zona de cuello, mandíbula y cavidad oral, con inicios de fonación con ataque glótico hipertónico; es decir, empezar a hablar con un golpe fuerte y la tendencia a hablar en un tono grave fuera de la frecuencia tonal adecuada.
Por más que dominamos la voz proyectada, son muchas las horas que el docente pasa utilizando la voz a alta intensidad, y por lo tanto siempre habrá que tener recursos para economizarla.
Una buena manera es hacer uso de todo tipo de comunicación no verbal y llamar la atención del alumnado con otras estrategias que no sean el grito: dar golpecitos en la mesa, silbar, dar palmas, la mirada, rótulos, poner música, contraseñas, más gesticulación corporal, etc.
Otros consejos pueden ser:
-Apuntar las órdenes en la pizarra.
-Hablar flojito, aprender a escuchar el silencio y callar ante el ruido ambiental.
-Tener una actitud positiva.
-Organizar el día de clases alternando las horas de explicación y tener preparado un material (TIC, fichas, películas, partidos…) para cuando no podemos hablar.
-Delegar tareas vocales a los alumnos: pasar lista, leer, etc.
-Escuchar y, si se habla demasiado fuerte, rectificar. Dejar de hablar si los alumnos hablan.
-Motivar, captar la atención del alumnado con actividades más prácticas y con breves explicaciones, donde se requiere más participación por parte de ellos.
Todos estos recursos son buenos cuando notamos que nuestra voz llega al límite y todavía tenemos horas de clase por delante.Si lo ponemos en práctica evitaremos lesiones y disfrutaremos mucho más del trabajo de cada día.
Siempre es mucho mejor educar una voz que haberla reeducar.