Si lo pensamos, todos conocemos a personas de nuestro entorno que en un momento dado han padecido algún problema de voz: profesores, personas que trabajan en la atención al público, que hacen teatro o cantan, o simplemente que abusan innecesariamente de su voz. Es posible que muchos de ellos hayan requerido una reeducación vocal para solucionar su problema.
Cuando se inicia un tratamiento de este tipo, la persona afectada habitualmente tiene la expectativa lógica de trabajar sobre la función alterada, es decir, trabajar aquella voz que no sale limpia o que está limitada. Por ello sorprende, al comenzar la reeducación, que en vez de incidir desde el principio en el sonido, se empiece por trabajar, por ejemplo, por los pies.
Realmente, no se puede concebir la voz como algo aislado, sino como una unidad con el cuerpo, como un todo. El soporte corporal es la máquina encargada de producir el sonido que ahora se ha estropeado.
Por otro lado, tampoco podemos olvidar la estrecha relación que se establece entre cuerpo y emociones. Las emociones pueden generar tensiones y bloqueos que inciden en el sistema musculoesquelético encargado de dar soporte a la voz. Por ejemplo, el diafragma, músculo fundamental en la función respiratoria, se puede ver afectado por una mala gestión corporal o por tensiones innecesarias. En estos casos se deberá intervenir, ya que la función respiratoria es la que hace posible la producción del sonido; es la energía de la voz.
El cuerpo tiene tres ejes básicos: uno vertical, que lo recorre de arriba y abajo y que se corresponde con la columna vertebral, y dos ejes horizontales, uno a la altura de la cintura escapular (hombros) y otro a nivel pélvico. Adquirir una actitud corporal adecuada será determinante a la hora de conseguir un buen funcionamiento laríngeo, así como una buena predisposición vital, física y psíquica. Buscaremos una buena verticalidad y un buen soporte corporal partiendo de estos ejes.
Activar la parte consciente de nuestras funciones básicas, el dominio de la respiración y la autopercepción nos ayudará a modificar aquellos aspectos emocionales o psíquicos que se pueden reflejar en nuestro cuerpo y que desequilibran el sistema fonatorio, y por lo tanto, la voz.
Hay que realizar un largo viaje por todo el cuerpo, detectando las necesidades y carencias de cada persona, reequilibrando aquellos aspectos que limitan o perjudican la producción del sonido, que no permiten potenciar las cavidades de resonancia y que provocan sobreesfuerzos musculares y gestos vocales que afectan a la mucosa laríngea. Una buena base corporal y una correcta alineación de pies, rodillas, pelvis, hombros y cervicales será fundamental para iniciar una relación sana entre cuerpo y voz que nos permitirá funcionar a nivel vocal de forma correcta.
En resumen, podemos decir que la salud vocal pasa por el triángulo cuerpo-voz-emoción, y que cuando se interviene es necesario contemplar estos tres pilares; de esta manera, conseguiremos una reeducación multifocal y efectiva que libere los mecanismos de esfuerzo fonatorio desde sus orígenes, partiendo de aquello que los ha causado.