Marta Reinoso
Unos buenos hábitos de sueño resultan imprescindibles para estar sanos y poder rendir durante el día. Un mal descanso en niños/as y jóvenes se asocia a múltiples consecuencias adversas, como por ejemplo somnolencia diurna, alteraciones en el estado de ánimo y el comportamiento (irritabilidad, agresividad, inquietud, problemas de concentración), bajo rendimiento escolar, fatiga, sedentarismo y obesidad. Se estima que el 75% de los/las jóvenes presentan un déficit importante de sueño al alcanzar la mayoría de edad, por lo que estamos ante un fenómeno muy común y, a la vez, inquietante.
El incremento en el consumo de cafeína y otras bebidas excitantes, el retraso de las rutinas horarias familiares (cenas tardías) y el hecho de que las clases empiecen muy temprano, entre otros, suponen una amenaza tanto para la cantidad como para la calidad del sueño. También se ha demostrado que el consumo de televisión o videojuegos antes de ir a dormir incide negativamente en el sueño. En este sentido, los nuevos dispositivos electrónicos —incluyendo móviles, tabletas y portátiles— amplían posibilidades y algunos expertos alertan de los efectos sobre la salud que esto puede comportar.
Para esclarecer la relación existente entre el acceso y el uso de dispositivos digitales y el sueño en estas edades, un equipo de investigadores del King’s College de Londres ha realizado la primera revisión sistemática de las publicaciones existentes. En el trabajo se recogen y analizan los resultados de los estudios publicados entre enero de 2011 y junio de 2015. Se incluyeron aquellos estudios realizados en niños/as y jóvenes de entre 6 y 19 años. Se excluyeron del análisis aquellas investigaciones que únicamente consideraban la exposición a aparatos electrónicos fijos y aquellas centradas en los efectos de la radiación electromagnética. En conjunto se identificaron y revisaron 20 estudios, incluyendo un total de 125.198 participantes.
Los resultados del metaanálisis evidencian una clara asociación entre el uso de dispositivos móviles a la hora de ir a dormir y una menor cantidad de tiempo de descanso y calidad del sueño, así como una mayor somnolencia diurna. Los teléfonos móviles y otros instrumentos digitales de tipo personal disponen de conexión a internet y son transportables, de modo que posibilitan la interacción constante y suponen una estimulación intensa y continuada. Según los autores del trabajo, esto genera dependencia y una mayor activación psicofisiológica (arousal), lo cual contribuye al retraso de la hora de acostarse y a las dificultades para conciliar el sueño y/o permanecer dormido/a durante la noche.
Otro dato, inesperado, del estudio es que la sola presencia de estos aparatos en la habitación, incluso sin emplearlos, se asocia igualmente y de manera significativa con un descanso inadecuado. Parece, pues, que el estado de activación y las ganas de conectarse se mantienen si el dispositivo está disponible. Por esta razón es importante restringir tanto el uso como el acceso, concluyen los investigadores.
Prácticamente todos los niños y niñas, y por supuesto los adolescentes, tienen un dispositivo electrónico a su alcance las 24 horas del día. También en la escuela las tecnologías móviles y los recursos digitales tienen cada vez más un papel protagonista en el proceso de aprendizaje. Aun así, y tal y como este estudio de revisión muestra, es preciso regular el contacto y la utilización. A la cama, con el cuerpo y la mente desconectados.
Artículo de referencia
Carter, B., Rees, P., Hale, L. y Bhattacharjee, D. (2016). “Association Between Portable Screen-Based Media Device Access or Use and Sleep Outcomes: A Systematic Review and Meta-analysis”. JAMA Pediatrics, 170(12), 1202-08. doi: 10.1001/jamapediatrics.2016.2341.