Se oye vibrar un teléfono de un alumno de Secundaria, pone la mano en el bolsillo, coge el móvil, baja la mirada, saca un poco la pantalla del bolsillo y lee: «ÚLTIMA HORA:Tras la decisión de Donald Trump, soldados israelíes matan a un palestino en el ‘día de la ira'». Devuelve el teléfono a la cueva del bolsillo, levanta la cabeza e intenta recuperar el hilo de la clase de fonética.
Con cada clickde ratón, con cada like a un post o suscripción a un canal añadimos un torrente de información a nuestro background digital, que suele ir seguido de un torrente de titulares que se centran en desastres naturales, acusaciones de acoso sexual, guerras, conflictos políticos… No se está poniendo sobre la mesa un tema que sea una novedad, pero lo que sí que es nuevo es que esta generación de adolescentes es única respecto al bombardeo de noticias que reciben. A este torrente de información le tenemos que añadir tanto las variables de la procedencia(medios de comunicación, redes sociales, canales de noticias 24 horas, etc.)como las técnicas informativas que utilizan, en determinados momentos del todo cuestionables. Como resultado, para un adolescente, la vida en el mundo de hoy puede parecer oscura, mucho más oscura de lo que les parecía a los adolescentes de la época anterior a las redes sociales.
Como adultos, ya sea con el rol de padres o madres, educadores/as, maestros/as… podemos ayudar a filtrar toda esta información que les llega, aportando nuestro conocimiento previo de la historia, expresando nuestro optimismo sobre la humanidad y haciendo alejar la mirada del foco de la noticia para verla con perspectiva. Debemos tener en cuenta que los adolescentes están rodeados de un torrente de eventos actuales que pasan en un instante, muchas veces relatados de forma muy negativa, lo que les puede dejar en un estado de ansiedad y vulnerabilidad. No es difícil entender que estas situaciones están haciendo aumentar su estrés. Por otro lado, también hay adultos a quienes les cuesta regular emocionalmente esta inundación de información, con comentarios irracionales en redes sociales, sin reflexión previa, dejados llevar por la impulsividad. Visto esto, ¿estamos ayudando a las futuras generaciones?
Sea como sea, nuestros alumnos deben conocer lo que les rodea, y parte de nuestro trabajo como padres o madres, educadores/as, maestros/as, etc., es prepararlos para el mundo que existe fuera de las aulas. Hemos de saber que estamos caminando por un camino difícil, lleno de responsabilidad, donde igual que los exponemos a estos acontecimientos actualesles hemos de formar para un futuro próximo que nosotros mismos no hemos descifrado debido a la velocidad con que se mueve todo.
Por lo tanto, ¿cómo poder crear un relato honesto, sin caer en la negatividad pero siendo responsables al transmitir la actualidad en su conjunto?
Una opción sería optar por no abordar los acontecimientos actuales, pero ello favorecería el desarrollo de personas sin criterios propios, que no busquen contrastar la información. Ante la duda de qué hacer, Heather Wolpred-Garow nos propone una forma de enfocar esta batalla:
4. Enseñar a los estudiantes la necesidad de desconectarse de vez en cuando de la información. Que la desconexión es un ejercicio saludable tanto para nuestro corazón como por nuestra cabeza. Deberíamos tener la necesidad de que nuestros alumnos dejen las aulas informados y críticos, pero también con una brizna de esperanza. Desde el ámbito educativo tenemos la responsabilidad de equilibrar los horrores con la esperanza y la festividad. Ayudamos a que se centren en su bien propio y el de los de su alrededor. Intentemos que el ambiente que se respira en el aula sea positivo, porque muchas veces este torrente de noticias que les llega no tiene tanto que ver con el estado de su propia vida adolescente.
Extracto de Teaching Current Events in the Age of Social Media Edutopia