Por: Marta Reinoso
La escucha y la participación de los niños y las niñas en aquellos asuntos que los afectan es un derecho reconocido en el Convenio sobre los Derechos del Niño (1989). Desde este enfoque se concibe al menor como un sujeto activo, experto de su propia vida, capaz de expresar aquello que siente y piensa y de tomar sus propias decisiones. Aun así, demasiado a menudo todavía, el punto de vista de los/las niños/as sigue siendo minusvalorado por los adultos.
En este contexto se enmarca el estudio desarrollado por Castro y Manzanares, el cual nace con la voluntad de repensar el lugar que ocupa el alumnado en la escuela, teniendo en cuenta la diversidad de voces existentes en el contexto educativo. La investigación tiene por objetivo promover el derecho de los/las más pequeños/as a participar y a ser tenidos en cuenta, conocer la percepción que tienen de su escuela y proporcionar propuestas de mejora fundamentadas en sus aportaciones.
De acuerdo con el paradigma cualitativo de estudio de casos se empleó la entrevista personal y el dibujo para la recogida de datos; estas son técnicas que se consideran apropiadas y útiles, puesto que favorecen las capacidades expresivas de los menores de esta edad. Las conversaciones tuvieron una duración de 10-15 minutos y se grabaron en audio, mientras que en la actividad de dibujo se pidió a los niños y las niñas que ilustraran en un folio en blanco cómo sería su escuela ideal. La información verbal y gráfica recogida se analizó a través del programa Atlas.ti. Un total de treinta niños y niñas de 5 años de una escuela pública de la provincia de Cantabria participaron en la investigación.
Los resultados obtenidos muestran que a los niños y las niñas del estudio les gusta ir a la escuela, concibiendo ésta como un espacio para crear lazos de amistad, jugar y hacer los primeros trabajos. De sus palabras —emplean a menudo términos como “aprender”, “estudiar” y “trabajar”— se desprende la importancia que para ellos/as tiene la adquisición de nuevos conocimientos, lo cual denota el carácter formativo y preparatorio que ya en estas edades otorgan a la escuela. Así mismo, valoran el hecho de contar con unos referentes estables y seguros, enfatizando la buena relación que mantienen con la maestra y el resto de compañeros/as.
En general, los niños y las niñas entrevistados prefieren aquellas actividades con un componente lúdico, siendo el rato de pintura, informática, gimnasia y recreo los momentos más valorados. Disfrutan de los espacios de distensión, y lo representan dibujando muy a menudo el patio y las diferentes actividades que realizan individualmente y en grupo. En cambio, los conflictos con los/las compañeros/as y los comportamientos disruptivos en el aula son los elementos que generan más malestar en niños y niñas, así como los castigos y los deberes escolares (especialmente cuando éstos son excesivamente complicados y comportan una restricción del tiempo de ocio).
Al ser preguntados por su interés y disposición a realizar actividades conjuntas con compañeros/as de otros cursos, la mayoría responde afirmativamente, señalando que les gustaría hacerlas con alumnos/as de Educación Primaria. Por el hecho de ser más grandes los consideran fuente de conocimiento y experiencia —“los pequeños lo destrozan todo y los más grandes saben más”, afirma uno de los participantes—. Por otro lado, reclaman más participación en la elección de las actividades y las temáticas de los proyectos, dado que actualmente es el equipo docente el que plantea e instaura las dinámicas.
El estudio termina recogiendo las propuestas de mejora de los niños y las niñas. La mayor participación de las familias en el contexto escolar es uno de los aspectos más deseados, ya que en estos momentos es escasa y restringida a las entradas y salidas del centro o acontecimientos puntuales. Otras sugerencias giran en torno al incremento de espacios de juego tanto dentro como fuera del aula, la mejora y sustitución de los juguetes en mal estado y el aumento de la capacidad de acción en el entorno escolar. Así, por ejemplo, piden una escuela que permita la presencia de mascotas y en la que sus obras puedan decorar pasillos y aulas. “Yo la escuela la decoraría muy bien, le pondría purpurina y dibujos; también títeres, un tobogán y una casita para jugar”, refiere una de las participantes. Estos aspectos no son sino reflejo de la necesidad de personalizar y sentirse cómodos en su espacio.
Los niños y las niñas contribuyeron a lo largo de toda la investigación, no sólo en la recogida de información sino también en la devolución a través de un mural en el aula con las conclusiones consensuadas. Este mural se entregó a la dirección del centro a fin y efecto de que su mensaje fuera tenido en cuenta en los futuros cambios y procesos de mejora de la escuela.
A través de este estudio piloto se presenta una iniciativa de escucha a la infancia que pretende abrir procesos de reflexión, análisis e intervención dentro de la comunidad educativa, siendo también extrapolable a otros contextos y entornos. ¿Escuchamos, pues, más y mejor a los niños y las niñas?
Artículo de referencia
Castro, A. y Manzanares, N. M. (2016). “Los más pequeños toman la palabra: la Escuela Infantil que a ellos les gustaría”. Revista Complutense de Educación, 27(3), 923-941.