Por: Edgar Gonzàlez
La leyenda
Para quien no la conozca, aquí le presento un resumen de la leyenda; quien la sepa, que pase al siguiente punto del artículo.
Ovidio nos cuenta en su libro Las metamorfosis el mito de Pigmalión, donde nos relata la vida del rey de Chipre, que aseguró que no se enamoraría de nadie que no fuera perfecto. La historia comienza cuando Pigmalión empieza a moldear una estatua con forma de mujer. A medida que iban surgiendo las ondulaciones en el mármol él sentía que algo se encendía en su interior.
¿Como podía ser que se estuviera enamorando de su estatua? Pero Pigmalión se enamoró de su estatua, la miraba, la abrazaba, le daba besos… Y la respuesta del mármol frío no hacía más que aumentar su deseo.
Pero la suerte quiso que la diosa Afrodita llegara hasta su ciudad, Amatonte, justo cuando Pigmalión clamaba a los dioses que le dieran vida a su estatua. Afrodita complació al rey y cuando este regresó a su taller y le dio un beso a su estatua amada, esta cobró vida. Pigmalión dio gracias a los dioses por convertir su estatua en aquella delicada mujer.
De aquella unión del artista con su creación, de nombre Galatea, nació Pafos, una criatura que daría nombre a una de las islas griegas más bonitas.
Esta figura mitológica dio lugar a la idea de que las expectativas sobre las personas, cosas, situaciones e incluso nosotros mismos tienden a convertirse en realidad.
El estudio
Ahora seguimos en el pasado y recuperando el estudio de Rosenthal y Jacobson (1968), en el que se tomaron una serie de alumnos al azar y se informó falsamente a los profesores de que tenían altas capacidades. Al finalizar el curso académico, los investigadores pudieron constatar que estos alumnos obtuvieron un rendimiento superior a la media de la clase. De alguna forma, los profesores actuaron a favor del cumplimiento de estas expectativas.
Existen estudios realizados en los últimos años que confirman este efecto, donde la predisposición a tratar a alguien de forma determinada condiciona en mayor o menor medida lo que nos han contado de esa persona. Existen varias experiencias en empresas que han obtenido resultados sorprendentes. Por ejemplo, en una empresa fabricante de productos de alta tecnología se convocó al personal de limpieza, la mayoría de ellos con sólo una formación básica, y se les dijo que eran el personal mejor capacitado para ocupar un alto cargo en la empresa (en otro momento también se podría hablar de las consideraciones éticas de estas prácticas). La persona elegida de entre el personal de limpieza desarrolló el cargo durante el tiempo previsto y además siguió prosperando en la organización. Las expectativas se volvieron a cumplir.
La explicación científica
Hoy sabemos gracias a la neurociencia que cuando alguien confía en nosotros nos contagia esa confianza, se activan ciertas áreas cerebrales; esto repercute en nuestro sistema límbico, donde se libera oxitocina, que acelera nuestro pensamiento e incrementa nuestra lucidez, nuestra energía y, en consecuencia, nuestra atención, eficacia y eficiencia.
Por lo tanto…
Podemos decir que las expectativas positivas y realistas del educador influyen positivamente en el alumnado y que las negativas lo hacen de forma negativa. Estas pueden potenciar lo que está latente en el alumno, y con esto podemos crear un clima más adecuado para el crecimiento y más provechoso. Los alumnos tienden a realizar lo que se espera de ellos. La comunicación no sólo es verbal, siempre estamos comunicando. Es imposible no comunicar (P. Watzlawick, 1985), y a menudo la comunicación no verbal tiene más impacto que la verbal.
En el caso del aula, como docentes debemos tener en cuenta las palabras, la forma de decirlas, el momento de decirlas, la expresión de la cara, los gestos y el contacto visual. En definitiva, con su forma de tratar al alumno, comunicar este concepto positivo que la persona se merece. Despertando en el alumno una mayor confianza y autoestima que pueda motivar a rendir más y mejor, porque la idea que uno mismo tiene de su capacidad para afrontar una determinada situación influye de forma decisiva en nuestro comportamiento. En el aula, la autoestima ante los estudios constituye la percepción y valoración que el alumno se hace de sí mismo en el entorno escolar. Por lo tanto, si conseguimos potenciarla obtendremos una forma de motivación que tiene una relación directa con el éxito académico.
La profesión de docente conlleva una gran responsabilidad, en la que está en juego el futuro de las nuevas generaciones, y por eso nuestra mirada y la generación de expectativas positivas es tan importante.