Por: Marta Reinoso
La creatividad es la habilidad de inventar y desarrollar ideas nuevas. Significa poseer la capacidad de encontrar soluciones a problemas de forma original y valiosa. En una sociedad diversa, compleja y cambiante como la nuestra, tanto desde el sector educativo y las instituciones públicas como desde el mundo de la empresa y el emprendimiento se reconoce el valor añadido de la imaginación y la creatividad a la hora de hacer frente a los múltiples retos que se plantean. Es por ello que existe un interés creciente por conocer como estas capacidades se trabajan en las aulas ya en edades tempranas.
Un reciente estudio desarrollado en la University of South Australia y publicado en la revista Journal of Educational Enquiry pretende ser una aportación que ayude a mejorar el conocimiento sobre esta cuestión. Esta investigación fue concebida con el objetivo de identificar aquellas pedagogías docentes que promueven la imaginación y la creatividad en niños y niñas de entre 5 y 8 años. Por esta razón, se llevó a cabo un trabajo de campo en tres escuelas en el que participaron aquellos profesores considerados ejemplares en sus prácticas pedagógicas. La metodología empleada incluyó dos técnicas de análisis cualitativo −la grabación en vídeo y las entrevistas en profundidad− con el fin de analizar las percepciones, los pensamientos y las acciones de los docentes.
Se identificaron cuatro estrategias pedagógicas en el análisis de los datos de la investigación. La primera, consistente en “proporcionar apoyo a los alumnos para que dirijan su propio aprendizaje a través del juego”, considera al estudiante como un agente activo de su propio proceso de aprendizaje. El profesorado que lo emplea proporciona tiempo y recursos a los niños/as para que persigan y consigan aquello que les motiva; también se implican en el juego, siendo corresponsables del proceso de construcción de significados.
La segunda estrategia identificada hace referencia al hecho de “escuchar”. En este caso, se trata de profesores/as que dedican tiempo a conversar e intercambiar impresiones, y que ofrecen oportunidades para hacer preguntas, debatir y aprender los unos de los otros. Son docentes que crean espacios de encuentro y de generación de nuevas ideas.
La tercera práctica descrita se refiere al hecho de “provocar los pensamientos y las emociones”; es decir, estimular y motivar al alumnado para que, con los recursos y el acompañamiento necesario, continúe aprendiendo y avanzando en su desarrollo. Son profesores que plantean retos a los niños y las niñas, y que los hacen salir de los parámetros establecidos para ir más allá de lo que ya saben.
La última metodología identificada concierne a la “tolerancia a la ambigüedad y a los errores”. Los profesores que hacen uso de ella consideran que las equivocaciones, en vez de ser algo a penalizar, forman parte del proceso de aprendizaje; también cuestionan las verdades absolutas y consideran que no siempre existen respuestas correctas. Esto permite al menor experimentar, probar y descubrir.
Así pues, los resultados obtenidos en este trabajo proporcionan un mayor conocimiento sobre aquellas prácticas pedagógicas que apuestan por el desarrollo de las potencialidades de cada alumno, teniendo en cuenta sus capacidades expresivas y de autogestión del propio aprendizaje. En este contexto, la creatividad, la innovación y el trabajo en equipo son valores en alza, puesto que permiten cambiar la mirada y abrir nuevos caminos, ofreciendo la posibilidad de pensar en aquello que no tan sólo es real sino también posible.
Artículo de referencia
Roppola, T. y Whitington, W. (2014). “Pedagogies that engage five to eight year old children’s imagination and creativity at school”. Journal of Educational Enquiry, 13(1), 67-81.