La conciencia emocional o experiencia consciente de las emociones es un aspecto clave relacionado con el bienestar y el ajuste psicológico infantil, según un reciente estudio publicado en la revista científica Anales de Psicología. La conciencia emocional, entendida como la capacidad de reconocer, expresar y gestionar las emociones, se va desarrollando evolutivamente con el mayor conocimiento de un mismo y la experiencia de interacción con los otros. Investigaciones previas en población adolescente ya habían puesto de manifiesto la asociación entre aspectos socioemocionales y diferentes indicadores de ajuste individual; sin embargo, éste es uno de los primeros trabajos que se enfoca específicamente en la etapa de la preadolescencia.
El equipo investigador del proyecto, formato por expertos de la Universidad Jaume I de Castellón, la Universidad Europea de Valencia y la Universidad de Valencia, ha evaluado un total de 1423 menores (52% niñas y 48% niños) de entre 8 y 12 años pertenecientes a 12 centros escolares de la Comunidad Valenciana. En el estudio se han analizado las relaciones entre diferentes componentes de la conciencia emocional (diferenciar emociones, compartir emociones verbalmente, no esconder emociones, tener conciencia corporal de las emociones, tener en cuenta las emociones de los otros y analizar las propias emociones), los estados de ánimo (felicidad, enfado, tristeza y miedo) y varias variables de ajuste de la vida del menor (adaptación personal, familiar, social y escolar).
Los resultados obtenidos muestran, de acuerdo con la hipótesis de partida, que aquellos menores con más dificultades para diferenciar y analizar las emociones, y comunicarlas, son aquellos que manifiestan más síntomas somáticos tales como dolor de cabeza, dolor de estómago etc. Asimismo, una mayor conciencia corporal está asociada con una mayor presencia de quejas somáticas. Parecería ser, según señalan los autores, que estos/as niños/as presentan una conciencia emocional de estilo más global que específico, así como un mayor énfasis en los síntomas corporales de la emoción en detrimento del análisis de las causas de las mismas. También podría ser que los menores con más quejas somáticas experimentaran, en general, emociones más intensas, las cuales se acostumbran a acompañar de signos corporales también más notorios.
El estudio también proporciona evidencia acerca de la relación entre las habilidades emocionales y los estados afectivos que las acompañan. Así, en general, se observan correlaciones significativas positivas entre los diferentes componentes de la conciencia emocional y los estados de ánimo positivos (felicidad), y correlaciones significativas negativas entre los diferentes componentes de la conciencia emocional y los estados de ánimo negativos (enfado, tristeza y miedo). En este sentido, los investigadores destacan la importancia de tener en cuenta otros elementos a la hora de estudiar la conciencia emocional y la salud del menor, como son el afrontar el estrés y el sentido de coherencia, entre otros.
En general, no se detectan diferencias significativas en las variables estudiadas en función del sexo. Por otro lado, con la edad disminuyen las quejas somáticas, la inadaptación, la tristeza y el miedo, y aumenta la sensación de felicidad. Estos resultados son consistentes con los de trabajos anteriores, que señalan una mejora madurativa en las capacidades de regulación emocional y conductual.
A pesar de que para seguir profundizando en torno a esta cuestión serán necesarios futuros estudios con diseños longitudinales que incluyan la visión de otros agentes socializadores de la emoción (como padres o iguales), los resultados de esta investigación ponen de manifiesto la importancia y la necesidad de educar las emociones. Dado que el desarrollo cognitivo, social y afectivo progresan en paralelo, resulta preciso que la escuela incorpore estos elementos en el currículum. Contenidos relacionados con la conciencia y la regulación emocional, la autoestima o las habilidades sociales complementan la formación de nuestros/as niños/as y jóvenes, capacitándolos no sólo desde la vertiente académica sino también humana y relacional.
Artículo de referencia
Villanueva, L., Prado-Gascó, V., González, R. y Montoya, I. (2014). Consciencia emocional, estados de ánimo e indicadores de ajuste individual y social en niños de 8-12 años. Anales de Psicología, 30(2), 722-780.