Por: Marta Reinoso
La dislexia es una dificultad específica del aprendizaje de la lectura, de base neurobiológica, elevada prevalencia y gran repercusión en la vida del individuo. En este sentido, un artículo publicado recientemente en la revista científica Reading and Writing analiza el impacto de la dislexia en las expectativas educativas de los estudiantes y sus familias. Este trabajo se enmarca dentro de un proyecto más amplio que se está llevando a cabo en Finlandia, el Jyväskylä Longitudinal Study of Dyslexia (JLD), el cual tiene por objetivo estudiar el desarrollo temprano del lenguaje y los precursores de la dislexia.
En la investigación, de carácter longitudinal, han participado un total de 170 adolescentes (84 chicas y 86 chicos), un tercio de los cuales (16 chicas y 29 chicos) contaba con un diagnóstico de dislexia. Los datos se recogieron en dos momentos temporales: al inicio de 7.º y de 9.º, que equivaldrían a los cursos de 4.º de ESO y 2.º de Bachillerato en nuestro país. Para la evaluación se emplearon cuestionarios de autoinforme con un conjunto de preguntas referidas a los resultados académicos y las expectativas educativas; también se valoró el nivel educativo de los padres y las madres, así como las expectativas hacia el rendimiento escolar de sus hijos e hijas.
El estudio confirma los resultados de investigaciones anteriores y muestra que el alumnado con dislexia obtiene peores resultados académicos que sus compañeros, y estos factores, a su vez, están relacionados con sus expectativas educativas al acabar Bachillerato. En concreto, la dislexia se asocia a unas menores expectativas hacia los aprendizajes en la medida que esta repercute en su rendimiento académico.
Así mismo, tal y como se hipotetizaba, se observa que los padres y las madres de adolescentes con dislexia manifiestan menores expectativas de logro educativo futuro de sus hijos/as, especialmente si estos son chicos. En el caso de las chicas, en cambio, padres y madres indican que a pesar de la dislexia estas lograrán un nivel educativo similar al de sus compañeras no disléxicas. Esto puede ser consecuencia del hecho que las chicas generalmente dedican más esfuerzo y constancia al aprendizaje que los chicos, lo que es percibido por los padres y las madres y refuerza la creencia en la competencia de sus hijas (a pesar de la dislexia). También puede ser debido a la mayor presencia de conductas impulsivas/hiperactivas y dificultades en las relaciones en los chicos que en las chicas. En cualquier caso, estos resultados son relevantes, dado que evidencian la existencia de diferencias en la percepción y en las expectativas depositadas en los hijos en función del sexo. Así mismo, el nivel educativo de los padres/madres también influye en los resultados, de modo que a mayor formación de los progenitores, mayores son las expectativas de éxito educativo de sus hijos e hijas.
Es sabido que los problemas de lectoescritura perduran a lo largo de la vida; por eso, un diagnóstico y una intervención temprana de calidad resultan clave a la hora de abordar estas dificultades y proporcionar recursos que favorezcan el desarrollo de habilidades compensatorias. De especial relevancia es el acompañamiento en la adolescencia, puesto que es una etapa de transición en la que se producen grandes cambios psicológicos y se toman importantes decisiones para el resto de la vida. Este apoyo es preciso que atienda no sólo a las dificultades propiamente de lectura, sino también al impacto que estas tienen sobre otras esferas de la vida académica, profesional, personal y familiar del individuo, tal y como se ha puesto de manifiesto en este estudio.
Artículo de referencia
Rimkute, L., Torppa, M., Eklund, K., Nurmi, J. y Lyytinen, H. (2014). “The impact of adolescents’ dyslexia on parents and their own educational expectations”. Reading and Writing, 27, 1231-53.