Por: Elisabet Canals
Ya han pasado las vacaciones de Navidad; son muchos días de excesos, con mucha gente en casa, durante las cuales se habla mucho y más fuerte de lo habitual, donde se bebe y se grita y las emociones del entorno se acentúan. Los abusos vocales que hacemos en estos días y durante el resto del año pueden provocar una lesión que nos encontramos en la práctica logopédica de forma habitual: los pólipos laríngeos.
No es una lesión causada a lo largo del tiempo, como otros tipos de patologías laríngeas, sino causada en un momento concreto, puntual, cuando, después de un sobreesfuerzo vocal relacionado con una gran presión subglótica y una actividad valvular importante se debilita la mucosa y se lesiona. Digamos que un solo grito ya nos puede llevar a generar un pólipo si las características laríngeas no son las adecuadas.
El pólipo suele ser unilateral, a veces asociado a otras lesiones congénitas o contralaterales, y nos provoca una voz de timbre rasposo, soplado y contraído, en mayor o menor medida según el tamaño de la lesión. Son voces que se hacen más graves, que no funcionan bien en los registros agudos, en voces cantadas ni a bajas intensidades.
Actividades deportivas que requieren hacer mucha fuerza, así como el uso de instrumentos musicales de viento que requieren mucha actividad valvular, también pueden ser el origen de un pólipo.
Es una patología que se da más en hombres que en mujeres y puede ser de varios tipos, seroso o angiomatoso, con diferentes bases y también con diferentes tamaños. Todo ello definirá el grado de la disfonía y su hándicap.
Se presenta como una inflamación más o menos redondeada al borde libre o en la superficie de la cuerda vocal.
Como es una lesión que aparece de golpe, no encontramos asociados grandes males hábitos de sobreesfuerzo. Observa simplemente hipertonicidad general y alteración de los tiempos fonatorios en un intento de compensar el cuerpo extraño que se ha instalado y poder seguir haciendo uso de la voz.
Este tipo de lesión no remite con reeducación. Su solución es quirúrgica y requiere tratamiento logopédico antes y después de pasar por el quirófano para garantizar el éxito del proceso.
Para evitar nuevas lesiones hay que ayudar a entender los factores que nos han llevado a la aparición del pólipo y minimizar las conductas poco saludables que dificultan una buena producción vocal.
Disfrutemos de las fiestas, de la risa, del grito y de la emoción, pero siempre siendo conscientes de los límites, de lo que nos es saludable y lo que más vale evitar.