Enseñar es la profesión de la que dependen todas las demás profesiones
Linda Darling-Hammond en El derecho de aprender
Con esta pregunta se abre el hilo conductor del presente artículo, que trata de ofrecer una visión a la labor docente lo más holística, justa y exhaustiva posible. Dicen que los niños son el futuro, pero ¿qué exigencias deben hacer frente quienes se ocupan del futuro de nuestros niños?
Linda Darling-Hammond, experta estadounidense en educación, habla de la «cesta de conocimientos» para hacer referencia a ese conjunto de competencias que llevan al docente a ser capaz de entender cómo aprenden sus alumnos y cómo aprenden de manera diferente. Maestros y profesores necesitan saber cómo tiene lugar el desarrollo social, emocional, académico, moral y psicomotor, y cómo interactúan entre sí todas estas dimensiones del desarrollo infantojuvenil. Necesitan entender la relación entre la emoción y el aprendizaje. Porque todo en neurociencia nos recuerda constantemente que sólo aprendes realmente cuando estás emocionado o interesado (Mora, 2016). El conjunto de emociones tiene un papel definitivo en cómo el alumno se enfrenta a las exigencias escolares: puede ser que te gusten tus profesores, pero si tienes miedo, si crees que alguien te va a criticar o estereotipar, vas a aprender menos. Todo eso debe ser entendido por los maestros.
Los profesores también necesitan saber cómo construir un plan de estudios que lleve a los niños,donde sea que estén, a los objetivos curriculares que marca su etapa educativa. Pero el reto aquí consiste en que dichos objetivos curriculares no sean rígidos, permitiendo al profesor adecuarse a las necesidades y a las competencias de sus alumnos. En este sentido, los profesores también necesitan entender la evaluación: una evaluación que vaya más allá de la calificación en un examen, que realmente refleje cómo el estudiante está aprendiendo e ir más allá, enseñándole a habilidades de metacognición para ayudarlea revisar su propio trabajo y así poder mejorar.
Por otro lado, otra de las premisas fundamentales de los discursos pedagógicos de los expertos en educación es el reto al que se enfrentan los docentes al aceptar de deben enseñar para el futuro. Memorizar información y plasmarla en una prueba no prepara para las exigencias de un mundo de carácter cada vez más cambiante. De hecho, nadie discute el hecho de que nuestros alumnos tendrán que trabajar con unos conocimientos que aún no se han descubierto y con tecnologías que aún no se han inventado para resolver grandes problemas que no hemos podido resolver. Por lo tanto la metodología docente debe estar vertebrada por unas competencias enfocadas a la resolución de problemas y el trabajo cooperativo para encontrar una solución consensuada, probarla, evaluarla, revisarla y poder generar su propio progreso en el aprendizaje.
Tal y como Darling-Hammond recalca, estamos ante un tipo de exigencias muy diferentes que demandan un tipo de educación distinta. No significa que los hechos desaparezcan. No significa que desaparezca la enseñanza de un currículum estructurado. Pero sí significa que la forma en la que se aborda el currículo tiene que estar mucho más enfocada a ese tipo de preguntas que simplemente a leer el capítulo y responder las preguntas al final del libro.
La investigación educativa describe la enseñanza como una actividad compleja caracterizada por la simultaneidad, multidimensionalidad e imprevisibilidad (Jackson, 1968; Lortie, 1975; Clandinin, 1986). En este sentido, el papel del profesor sin duda se articula como pieza clave (que no protagonista) de un engranaje con más exigencias que recursos, con más diversidad que verdades universales y con una de las expectativas sociales más altas que podemos encontrarnos en el mundo profesional.
¿Qué esperamos de nuestros profesores? Los expertos en educación nos dan una serie de claves para evaluar los estándares de calidad de nuestros docentes.
La realidad del aula… Cada hora y cada día, los profesores han de hacer malabarismos ante la necesidad de crear un entorno seguro y de apoyo para el aprendizaje, presionado por el rendimiento académico, la necesidad de satisfacer la individualidad de cada estudiante y las demandas grupales, así como para llevar adelante múltiples itinerarios de trabajo, de modo que todos los estudiantes, en momentos distintos de su aprendizaje, puedan avanzar y ninguno se quede rezagado.
Realidades como éstas contradicen la visión burocrática de la enseñanza como una tarea dirigida a un número limitado de metas y objetivos simples y predeterminados, organizados en un conjunto secuencial de actividades y lecciones uniformes para todos los estudiantes de una misma clase o de clases distintas, que les son planteados, en general, sin tomar en cuenta a los sujetos como personas particulares.
Apoyar decididamente aquellas condiciones que hagan posible que la enseñanza para la comprensión pueda ocurrir, no como una actividad subversiva y extraordinaria sino como una característica normal de la experiencia escolar de todos los estudiantes, se convierte,pues, en una necesidad evidente a la que debemos dar respuesta.