Edgar González
En un momento donde nos cuestionamos si trabajamos por proyectos, nos replanteamos el currículo escolar o le damos la vuelta en el aula, por qué no dar más énfasis a la danza en las escuelas y utilizarla como un recurso educativo, aprovecharla como una vía para desarrollar la educación emocional (Bisquerra, 2000). La danza, como disciplina artística, es un medio de expresión que nos sirve para comunicar. Utilizarla puede ser una herramienta más en el proceso de aprendizaje que nos puede ayudar a trabajar las emociones, que nos sirven para la construcción de la personalidad y la comunicación social. Podemos decir entonces que la danza es una disciplina integradora de la personalidad.
La danza lleva atada una relación de sinestesia con la música, provocando en conjunto una manifestación artística que se adapta a las diferentes sensibilidades de los niños. La consideración del cuerpo y el movimiento como medio de expresión y comprensión musical podría formar parte de una educación musical activa y vivencial.
Según Bachmann, (1998) “el aprendizaje de la música supone la posibilidad de sentir y representar el movimiento que engloba”, como también el movimiento corporal nos conecta con el espacio que nos rodea. Y no sólo es nuestro principal medio de expresión y de relación con nuestro entorno, sino una forma personal de ocupar el espacio. Por lo tanto, estas dos dimensiones interpretativas, la música y la danza, tienen un gran valor educativo (Martín Escobar, 2005).
La danza como comunicación
Para poder conectar con la danza y con lo que expresan los bailarines deberíamos introducirnos en su nivel de comunicación que pasa más por “sentir” y no tanto por “comprender”.
La expresión oral se apoya en dos sistemas: la verbalización y los elementos suprasegmentales. También podemos observar la comunicación desde los axiomas de Watzlawick (1978), que habla de comunicación digital, las palabras y los signos arbitrarios, y de comunicación analógica, la comunicación no verbal. En la expresión verbal utilizamos el lenguaje de manera formal con palabras, oraciones… La vocalización, con los elementos suprasegmentales en juego, utiliza el tono, el volumen, la entonación y las pausas, entre otros. Aunque cuando hablamos puede parecer que lo más importante es la parte verbal: las palabras. No debemos olvidar todos los inputs que expresamos con la parte analógica.
Si observamos desde la perspectiva anterior la comunicación del cuerpo, podemos decir que este también tiene formas diferentes de hacernos llegar el significado de lo que expresa. Utilizando los mismos axiomas, pero donde la captación, la comprensión y el “sentir” son diferentes. Aquí el medio es el cuerpo, en lugar de la voz. El movimiento del cuerpo representa lo que en el lenguaje hacen las palabras. Los gestos y la mímica, en el lenguaje oral serían la comunicación analógica; en el cuerpo podemos buscar el símil con elementos como la velocidad, el ritmo, el esfuerzo y el fraseo. Debemos observar la danza pensando más en el habla y no tanto en el lenguaje.
Esta sensibilidad y las posibilidades que ofrece la danza como forma de expresión nos pueden hacer reflexionar sobre la potencia que puede tener, y por tanto, las oportunidades que surgen al educarla y entrenarla como herramienta comunicativa.
Como observadores de la danza
Ante esta experiencia estética de la danza, los observadores activan las neuronas espejo a través de un proceso de sinestesia simpática. En otras palabras, cuando observamos un bailarín se despierta en nosotros una resonancia de su cuerpo, la danza hace mover tu bailarín interno.
¿Podemos incluir en el binomio música-danza en la educación física?
Según Gregorio (2010), la danza aporta a la educación física un desarrollo de la coordinación y las habilidades perceptivas y motoras, a la vez que introduce un sentido estético y creativo a la expresión y comunicación corporal. Desde una metodología de trabajo por proyectos, podemos incluir este triángulo para poder trabajar las competencias que aparecen en el currículo de Educación Primaria en Cataluña en la experiencia estética, como son: explorar y percibir, interpretar y crear.
Para trabajar podemos empezar nombrando la coordinación, conciencia espacial, memoria, concentración, expresión de diferentes formas, habilidades auditivas, habilidades sociales y creatividad, entre otros. También podemos trabajar la improvisación y la composición corporal, que son instrumentos imprescindibles para el desarrollo de las capacidades creativas y comunicativas del alumnado.
Siente, expresa, piensa, aprende, comunica, conoce… y baila.